domingo, 3 de abril de 2011

BEATRIZ (Este país)


Este país no es el mío pero me gusta bastante. No sé si me gusta más o menos que mi país. Vine muy chiquita y no me acuerdo de cómo era. Una de las diferencias es que en mi país hay cabayos y aquí en cambio hay cabaios. Pero todos relinchan. Las vacas mugen y las ranas croan.
Este país es más grande que el mío, sobre todo porque el mío es chiquitísimo. En este país viven mi abuelo Rafael y mi mami Graciela. Y también otros millones. Es muy agradable saber que una vive en un país con muchos millones. Cuando Graciela me lleva al Centro, pasan montones de gente por la calle. Es tanta tanta tanta gente la que pasa que me parece que ya debo conocer a todos los millones de este país.
Los domingos las calles están casi vacías y yo pregunto dónde se habrán metido todos los millones que vi el viernes. Mi abuelo Rafael dice que los domingos la gente se queda en su casa a descansar. Descansar quiere decir dormir.
En este país se duerme mucho. Sobre todo los domingos porque son muchos millones los que duermen. Si cada uno que duerme ronca nueve veces por hora (mi mami ronca catorce) quiere decir que cada millón de habitantes ronca nueve millones de veces por hora. O sea que cunden los ronquidos.
Yo a veces cuando duermo me pongo a soñar. Casi siempre sueño con este país, pero algunas noches sueño con el país mío. Graciela dice que no puede ser porque yo no puedo acordarme de mi país. Pero cuando sueño sí me acuerdo, aunque Graciela diga que yo hago trampa. Y no hago.
Entonces sueño que mi papá me lleva de la mano a Villa Dolores que es el nombre del zoológico. Y me compra manises para que le dé a los monos y esos monos no son los del zoológico de aquí porque a éstos los conozco muy bien y también a sus esposas y a sus hijos. Los monos de mis sueños son los de Villa Dolores y mi papá me dice ves Beatriz esos barrotes, así también vivo yo. Entonces me despierto llorando en este país y Graciela tiene que venir a decirme pero mijita si es sólo un sueño.
Yo digo que es una lástima que entre los millones de gentes que hay en este país no esté por ejemplo mi papá.

                                                                        Primavera de una esquina rota - Mario Benedetti


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