sábado, 23 de julio de 2011

Texto sobre Ezra Pound = Richard Avedon

            ... Ezra Pound sabía de primera mano que lo que había escrito poseía cierta trascendencia literaria. De hecho, su poema a Walt Whitman –Whitman es el fundador no sólo de la poesía norteamericana sino de toda su literatura- siempre me fascinó. Unos versos inmejorables para describir en qué consiste el diálogo fructífero de las letras, como evoluciona esta historia ya vieja y fatigada. Un día, un poeta de cualquier nacionalidad escribirá un pacto con Ezra Pound para seguir, de eso estoy seguro.

            Supongo que mi padre estaría orgulloso de la pequeña lista de poemas que trascribo, y como Pound hubiera dicho, los envío hasta mil millas de distancia a la espera de que contesten los escribas y el tiempo; mientras, quedo pensando.

            Pound vivió el siglo XX con todas sus miserias y luces. A las relaciones comentadas con Yeats o T.S. Elliot, la ayuda desinteresada que prestó a Joyce, su amistad con Ford Madox Ford, o en Paris años después con Tristan Tzara, Marcel Duchamp o Fernand Léger, se le unió una espléndida retahíla de discípulos brillantes posteriormente. Sus ensayos literarios en torno a la poesía siguen siendo válidos, su modernidad inspiró desde luego mucha de la poesía ulterior, aunque su prestigio manchado, sus extravagancias ideológicas y políticas, hicieran que su nombre quedara silenciado o su influencia disminuida. No podría entenderse la poesía de Robert Frost o la de William Carlos William sin su enorme talento lírico.

            Cuando las tropas norteamericanas liberaron Italia fue arrestado cerca de Génova e interrogado por su colaboración propagandística con el fascismo. Ya en el año 42 fue considerado traidor a la patria. Cuentan, aunque no sé si es un testimonio apócrifo por su empeño en el detalle, que de Genova fue trasladado a Pisa y encerrado en una jaula de tiras de metal y suelo de cemento ( en algunas versiones era de alambres de púa),  a la intemperie, sufriendo la inclemencias del tiempo, violencia física y numerosas humillaciones. La dureza de aquella reclusión propició que comenzaran sus crisis mentales agudísimas. Tras seis meses de encierro, fue extraditado a Estados Unidos donde se le internó en un hospital psiquiátrico. Alli iniciaria sus Cantos, como si todo lo anterior hubiera sido borrado, con sus amistades disipadas, su influencia desprestigiada y obviada, mas con el ímpetu de un creador inigualable, que hizo surgir del dolor su fuerza. Jamás llegó a concluir su plan, aunque vivió casi un centenar de años.




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