jueves, 10 de febrero de 2011

Bahía de Todos los Santos - Guía de calles y misterios - Jorge Amado

QUIEN PROTEGE LOS CAMINOS DE LA CIUDAD

Quien protege los caminos de la ciudad de Salvador da Bahia es Exu, uno de los orixás más importantes en la liturgia de los candomblés, orixá del movimiento, confundido por muchos con el diablo en el sincre­tismo con la religión católica, pues es malicioso e impaciente, no sabe estarse quieto, le gusta la confusión y el barullo. Apostado en las encru­cijadas de todos los caminos, escondido en la media luz de la aurora o del crepúsculo, en el despuntar de la mañana, al caer de la tarde, en la oscuridad de la noche. Exu guarda su ciudad bienamada. ¡Ay de quien quiera desembarcar aquí con malas intenciones, con el corazón lleno de odio o de envidia, o se dirija hacia aquí tocado por la violencia o la amar­gura!, la gente de esta ciudad es dulce y cordial y Exu cierra sus caminos a la falsedad y a la perversión.
La primera obligación que hay que cumplir cuando se ponen los pies en esta tierra, cuando aquí se desembarca, es dar de beber a Exu para conquistar sus buenas gracias e impedir que venga a perturbar la fiesta con sus diabluras y perrerías. Para no caerse en una ladera de piedras negras y antiguas, para no asustarse en un callejón de fantasmas, para evitar los hechizos, las brujerías y los ensalmos.
Exu bebe cachaba, pero si no la hay acepta sustitutos tales como el whisky o el vodka. Aunque lo ideal es el aguardiente de caña de azúcar, destilada en alambique de barro, si es posible. La cachaba destilada en alambique de barro es cosa fina, por eso se la llama punta. La mejor ca­chapa de Bahía viene de Santo Amaro da Purificagáo, ciudad del Recón­cavo, corazón de la zona azucarera, tierra de Caetano Veloso y de Emanuel Araújo. Entre las cachabas de Santo Amaro más conocidas y cele­bradas por su calidad se encuentra la "Azuladinha", la "Agua Fria", y la "Dos Amigos", ésta de enorme reputación.
Es aconsejable que el viajero, al pretender ingerir bebida alcohólica, destine el primer trago a Exu, derramándolo discretamente sobre el piso. Así quedará bajo su protección y todos los caminos se abrirán para darle paso, tanto los que conducen a los misterios de Salvador, a su belleza y a su intimidad, como los que llevan al corazón de las mujeres —mujeres morenas de Bahía, gama de colores que van del marfil al cobre, y de gracejo infinito.


LA FUERZA DEL PUEBLO

El pueblo es más fuerte que la miseria. Impávido, resiste las pruebas, vence las dificultades. De tan difícil y cruel, la vida parece imposible y, sin embargo, el pueblo vive, lucha, ríe, no se entrega. Hace sus fiestas, baila sus danzas, canta sus cantares, suelta su libre carcajada, jamás vencido. Hasta el trabajo más pesado, como la pesca del xaréu, se vuelve fiesta. En la ocasión, el pueblo canta y baila. En la tierra o en el mar, en los saveiros y en las jangadas y en las canoas. Por eso mismo, Bahía es rica en fiestas populares. Fiestas de calle, de iglesia, de candomblé. Con­servan todas ellas nuestra marca original de cruzamiento, la marca de nuestra civilización mestiza.






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