(milonga de Atahualpa Yupanqui)
Un bello poema del folclore argentino.
Con su permiso voy'a dentrar, aunque no soy convidao'
pero en mi pago un asao' no es de naides y es de todos.
yo via' cantar a mi modo después que haiga churrasqueao'.
No tengo Dios pa´pedir coartada en este ocasión
Ni puedo pedir perdón si entuavía no he faltao
Veré cuando haiga acabao pero esa es otra cuestión.
Yo se que muchos dirán que peco de atrevimiento,
si largo mi pensamiento pa' l rumbo que ya elegí;
pero siempre he sido así galopeador contra el viento.
Eso lo llevo en la sangre dende mi tatarabuelo
Gente de pata en el suelo fueron mis antepasados
Criollos de cuatro provincia y con indios misturaos
Mi abuelo fue carretero, mi tata fue domador
Nunca se buscó dotor pues se curaban con yuyos
O escuchando los murmuyos de un estilo de mi flor
Como en buen rancho paisano nunca faltó la encordada
De esas que parecen nada pero que son sonadoras
Según el canto y la hora quedaba el alma sobada.
Mi tata era sabedor por lo mucho que ha rodao
Y después que había cantao destemplaba cuarta y prima
Y le echaba un poncho encima para que no hable demasiao.
La sangre tiene razones que hacen engordar las venas,
pena sobre pena y pena hace que uno pegue el grito;
la arena es un puñadito pero hay montañas de arena.
No sé si mi canto es lindo o si saldrá medio triste
nunca fui zorzal ni existe plumaje más ordinario,
yo soy pájaro corsario que no conoce el alpiste.
Vuelo porque no me arrastro que el arrastrarse es la ruina;
anido en árbol de espina lo mismo que en cordillera
sin escuchar las sonseras del que vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás a los jardines floridos,
sin querer vivo alvertido pa' no pisar el palito,
hay pájaros que solitos se entrampan por presumidos.
Aunque mucho he traqueteao' no me engrilla la prudencia,
es una falsa experiencia vivir temblándole a todo,
cada cual tiene su modo la rebelión es mi ciencia.
Pobre nací y pobre vivo por eso soy delicao
Estoy con los de mi lao cinchando tuitos parejo
Pa´ hacer nuevo lo que es viejo y verlo al mundo cambiao.
Yo soy de los del montón no soy flor de invernadero,
igual que el trébol campero crezco sin hacer barullo,
me apreto contra los yuyos y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao' a las sierras yo nunca me sé marear
y si me siento alabar me voy yendo despacito
pero aquel que es compadrito paga pa' hacerse nombrar.
Si alguien me dice señor agradezco el homenaje,
más soy gaucho entre el gauchaje y soy naide entre los sabios
y son para mi los agravios que le hagan al paisanaje.
La vanidad es yuyo malo que envenena toda huerta
es preciso estar alerta manejando el asadón,
pero no falta el varón que la riega hasta en su puerta.
El trabajo es cosa buena es lo mejor de la vida
pero la vida es perdida trabajando en campo ajeno,
unos trabajan de trueno y es para otros la llovida.
Trabajé en una cantera de piedritas de afilar
Cuarenta sabían pagar por cada piedra pulida
Y era a seis pesos vendida en eso de negociar.
Apenas el sol salía ya estaba a los martillazos
Y entre dos a los abrazos con los tamaños piedrones
Y por esos moldejones las manos echas pedazos.
Otra vez fui panadero y hachero en un quebrachal,
He cargao bloques de sal y también he pelao cañas
Y un puñao de otras hazañas pa´mi bien y pa´mi mal.
Buscando de desasnarme fui pinche de escribanía
La letra chiquita hacía pa´no malgastar sellao
Y era también apretao el sueldo que recibía.
Cansao de tantas miserias me largué pal Tucumán
Lapacho, aliso, arrayán y hacha con los algarrobos
¡por dos, cincuenta!, era robo, pa´que uno tenga ese afán.
Sin estar fijo en un lao a toda labor le hacía,
Y así sucedió que un día que andaba de benteveo
Me topé con un arreo que desde Salta venía.
Me picó ganas de andar y apalabré al capataz,
Y ansí, de golpe nomás, el hombre me preguntó:
¿tiene mula?, como no, le dije, y hambre de más.
A la semana de aquello repechaba cordilleras
Faldas, cuestas y laderas, siempre pal´lao del poniente
Bebiendo agua de vertiente y aguantando las soleras.
Tal vez otro haya rodao, tanto como rodé yo
Pero le juro, créamelo, que he visto tanta pobreza
Que yo pensé con tristeza, Dios por aquí, no pasó.
Se nos despeñó una vaca, causa de la cerrazón
Y nos pilló la oración cuereando y haciendo asao
Desde ese día cuñao se me gastó mi facón.
Me sacudí las escarchas cuando bajé de los Andes
Y anduve en estancias grandes cuidando unos parejeros
Trompeta, tapa y sombrero, pero pa los peones, de ande?
La peonada al descampao, el patrón en Buenos Aires
Nosotros el culo al aire con las caronas mojadas.
Y la hacienda de invernada más relumbrosa que un fraile.
El estanciero tenía también sus cañaverales
Y en los tiempos otoñales juntábamos los andrajos
Y nos íbamos pa´bajo dejando los pedregales.
Allí nos amontonaban en lote con otros criollos
Cada cual buscaba un hoyo ande quinchar su guarida
Y pasábamos la vida rigorias y sin apoyo.
Faltar, no faltaba nada, vino, café y alpargatas
Si habré revoleao las patas en gatos y chacareras
Recién la cosa era fiera al dir a cobrar las latas.
¡Que vida más despareja!, todo es ruindad y patraña
pelar cañas es hazaña del que nació pal rigor
allá había un solo dulzor y era adentro de la caña.
Era un consuelo pal pobre andar jediendo a vinacho
Hombres grandes y muchachos como malditos en vida
Esclavos de la bebida se lo pasaban borrachos.
¡Tristes domingos del surco los que yo he visto y vivido!
Desparramaos y dormidos en la arena amanecían
A lo mejor soñarían con la muerte o el olvido.
Riojanos y santiagueños, salteños y tucumanos
Con el machete en la mano volteaban cañas maduras
Pasando sus amarguras y aguantando como hermanos.
¡Rancho techao con malhora, vivienda del pelador!
En medio de ese rigor no faltaba una vihuela
Con que el pobre se consuela cantando coplas de amor.
Yo también, que desde chango, unido al canto crecí
Más de un barato pedí y pa los pobres cantaba
Lo que a ellos le pasaba, también me pasaba a mí.
Cuando yo aprendí a cantar armaba con pocos rollos.
Y en la orilla de un arroyo, bajo las ramas de un sauce
Crecí mirando en el cauce mis sueños de pobre criollo.
Cuando sentí una alegría, cuando el dolor me golpió,
Cuando una duda mordió mi corazón de paisano,
Desde el fondo de los llanos vino un canto y me curó.
En esos tiempos pasaban cosas que hoy ya no pasan
Cada cual tenía un cantar o copla de anochecida
Formas de curar la herida que sangra en el trajinar.
Algunos cantaban bien otros, pobres, más o menos
Más no eran cantos ajenos aunque marcas no tenían.
Y todos se entretenían guitarreando hasta el desvelo.
Por ahí se allegaba un máistro, de los puebleros letraos,
Juntaba tropa é verseaos que después iban a un libraco´
Y el hombre forraba el saco con lo que otros han pensao.
Los peones formaban versos con sus antiguos dolores,
Después vienen los señores con un cuaderno en la mano,
Copian el canto paisano y presumen de escritores.
El criollo cuida su flete, su guitarra y su mujer,
Siente que enfrenta un deber cada vez que da la mano´
Y aunque pa´todo es baqueano sólo el canto ha de perder.
Coplas que lo acompañaron en las quebradas desiertas,
Aromas de flores muertas y de patriadas vividas,
Fueron la luz encendida para sus noches despiertas.
Se aflije si se le pierde, un bozal o un maneador,
Pero no siente furoro si al escaparle una trova,
Viene un pueblero y le roba su mejor canto de amor.
De seguro, si uno piensa, le halla el nudo a la madeja,
Porque la copla más vieja como la raíz de la vida,
Tiene el alma por guarida que es ande anidan las quejas.
Por eso el hombre al cantar con emoción verdadera,
echa su pena pa´juera, pa´que la lleven los vientos,
y así, siquiera un momento, se alivia le embichadera.
No es que no ame su trova, ni que desprecee su canto,
Es como cuando un quebranto en la noche de los llanos
Hace aflojar al paisano y el viento le lleva el canto.
En asuntos del cantar la vida nos va enseñando,
Que sólo se va volando la copla que es livianita,
Siempre caza palomitas, cualquiera que anda cazando.
Pero si el canto es protesta contra la ley del patrón,
Se arrastra de peón a peón en un profundo murmullo,
Y marcha al ras de los yuyos como chasque en un malón.
Se pueden echar mil trovas ande se canten quereres,
Versos de dichas, placeres, carreras y diversiones,
Suspiros de corazones y líricos padeceres.
Pero si la copla cuenta, del paisanaje, la historia,
Ande el peón vueltéa la noria de las miserias sufridas,
Ésa se queda prendida como abrojo en la memoria.
Lo que nos hizo dichosos, tal vez se pueda olvidar,
Los años, en su pasar mudarán los pensamientos,
Pero angustias y tormentos son marcas que han de durar.
Esas cosas que yo pienso no salen por ocurrencia,
para formar mi esperencia yo masco antes de tragar,
Ha sido largo el rodar de ande saqué la advertencia.
Si uno pùlsa la guitarra pa cantar coplas de amor,
De potros de domador del cielo y de las estrellas,
Dicen:¡que cosa más bella, si canta que es un primor!
Pero si uno como fiero por ay se larga opinando,
El pobre se va acercando con las orejas alertas,
Y el rico bicha la puerta y se aleja reculando.
Debe trazar bien su melga, quien se tenga por cantor,
Porque sólo el impostor se acomoda a toda huella,
Que elija una sola estrella quien quiera ser sembrador.
En el trance de elegir, que mire el hombre pa´dentro,
Ande se hacen los encuentros de pensares y sentires,
Después que tire ande tire, con la conciencia por centro.
Hay diferentes montones, unos grandes y otros chicos,
Si va pal montón del rico el pobre que piensa poco,
Detrás de los equivócos se vienen los perjudícos.
Yo vengo de muy abajo y muy arriba no estoy,
al pobre mi canto doy así lo paso contento,
porque estoy en mi elemento y ahí valgo por lo que soy.
Si alguna vez he cantao' ante panzudos patrones,
he picaneao' las razones profundas del pobrerío,
yo no traiciono a los míos por palmas ni patacones.
Aunque canto en todo rumbo, tengo un rumbo preferido,
Siempre canté estremecido las penas del paisanaje,
La explotación y el ultraje de mis hermanos queridos.
Pa´que cambiaran las cosas busqué rumbo y me perdí,
Al tiempo, cuenta me dí, y agarré por buen camino,
¡Antes que nada Argentino, y a mi bandera seguí!
Yo soy de norte y del sur, del llano y del litoral,
Y nadie lo tome a mal si hay mil gramos en el kilo,
Ande quiera estoy tranquilo, pero ensillao soy bagual!
El cantor debe ser libre pa´desarrollar su cencia,
Sin buscar la conveniencia ni alistarse con padrinos,
De esos oscuros caminos yo ya tengo la experiencia.
Yo canto, por ser antiguos, cantos que ya son eternos,
Y hasta parecen modernos por lo que en ellos vichamos,
Con el canto nos tapamos para entibiar los inviernos.
Yo no canto a los tiranos!, ni por orden del patrón,
El pillo y el trapalón que se arreglen por su lado,
Con payadores comprados y cantores de salón.
Por la fuerza de mi canto conocí celda y penal,
Con fiereza y sin igual más de una vez fui golpeao,
Y al calabozo tirao como un carro al basural.
Se puede matar a un hombre, pueden su rostro manchar,
Su guitarra chamuscar pero, ¡el ideal de la vida,
Esa es leñita prendida que naides ha de apagar!
Los malos se van alzando todo lo que hallan por ahí,
Como granitos de máiz siembran los peores ejemplos,
Y se viene abajo el templo de la decencia del país.
Detrás del ruido del oro van los maulas como hacenda,
No hay flojo que no se venda por una sucia moneda,
Mas siempre en mi tierra queda, gauchaje que la defienda.
Cantor que cante a los pobres ni muerto se ha de callar
pues ande vaya a parar el canto de ese cristiano
no ha de faltar el paisano que lo haga resucitar.
El estanciero presume de gauchismo y arrogancia,
él cree que es extravagancia que su peón viva mejor
más no sabe ese señor que por su peón tiene estancia.
Aquel que tenga sus reales hace muy bien en cuidarlos
pero si quiere aumentarlos que a la ley no se haga el sordo,
que en todo puchero gordo los choclos se vuelven marlo.
Una vuelta sin trabajo andaba por Tucumán,
Y en una fonda, ande van cantores de madrugada,
Me acerqué pa´la payada que siempre ha sido mi afán.
Aunque extrañando la monta me le apilé a un instrumento,
Y al cabo de algún momento le dí puerta a una baguala,
Con una coplita rala de esas que llevan los vientos.
Tal vez fuera la guitarra, tan lindo como sonaba,
Mi corazón remontaba tristezas de los caminos,
Y lo maldije al destino que tantas penas me daba.
Un hombre se me acercó, y me dijo: ¿Qué hace acá?,
Viaje pa´la gran ciudad que allá lo van a entender´
Ahí tendrá, fama, placer y plata pa´regalar.
¡Para que lo habré escuchao!, Si era la voz de mandinga,
Buenos Aires, ciudad gringa, me tuvo muy apretao,
Tuitoos se me hacían a un lao como culo a la jeringa!
Y eso que no vine pobre pues traiba alpargatas nuevas,
Las viejas, pa´cuando llueva en la alforja las metí,
Un pantalón color gris y un saco tirando a leva.
Saltando de radio en radio, anduve, figúrese!
Cuatro meses me pasé en partidas malogradas,
Nadie aseguraba nada y sin plata me quedé.
Vendí mis lindas alforjas, mi guitarra…¡la vendí!
En mi pobreza, ¡ ay de mí!, me hubiera gustao guardarla,
Tanto me ha costao comprarla pero en fin… ¡todo perdí!
Vihuela donde andarás…que manos te están tocando,
Noches enteras pensando, siquiera como consuelo,
Que sea un canto de este suelo el que te estén arrancando.
Cuando el máiz está en barbecho, luce un color brillantón,
Las hebras como un nailón presumen con sus lindezas,
Pero agachan la cabeza si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí en aquellos tiempos idos,
Joven, fuerte y presumido, y cuando se acabó el queso,
Volví en un triste regreso poblada la´álma de olvidos.
Cosas de la juventud malhaya donde andarás,
Aura que estoy bataraz de tanto cambiar el pelo,
Recuerdo aquellos desvelos pero no miro pa´tras.
Me volví pal Tucumán, nuevamente a padecer,
Y en eso de andar y ver se pasaron muchos años,
Entre penas, desengaños, esperanzas y placer.
Más no jué tiempo perdido asigún lo ví después,
Porque supe bien como es la vida de los paisanos,
De todos me sentí hermano, del derecho y del revés.
Siempre recuerdo los tiempos en que guapiando pasé,
Los cerros que atravesé, buscando lo que no hallaba,
Y hasta a veces me quedaba por esos campos de a pié.
La vida me fue enseñando lo que vale una guitarra,
Por ella anduve en las farras, tal vez, echo un estropicio,
Y casi me agarra el vicio con sus invisibles garras.
Menos mal que llevo adentro lo que la tierra me dio,
Patria, raza o ¡ que se yo ¡, pero que me iba salvando,
Y así seguí caminando por los caminos de Dios.
La cosa estaba en pensar que al pulsar un instrumento,
Hay que dar con sentimiento toda la fuerza campera,
Pero nadie larga afuera si no tiene nada adentro.
La guitarra es palo hueco y pa´tocar algo bueno,
El hombre debe estar lleno de claridades internas,
Pá´sembrar coplas eternas la vida es un buen terreno.
Si el rezar brinda consuelo al que consuelo precisa,
Igual que cristiano en misa o matrero en medio él monte,
Yo rezo en los horizontes cuando la tarde agoniza.
Queda callada la pampa cuando se ausenta la luz,
El chajá y el avestruz van buscando la espesura,
Y se agranda en la llanura la soledad del ombú.
Entonces, igual que un poncho, a uno lo envuelve la tierra,
Desde el llano hasta la sierra se va una sombra extendiendo,
Y el alma va comprendiendo las cosas que el mundo encierra.
Ahí está el justo momento de pensar en el destino,
Si el hombre es un peregrino, si busca amor o querencia,
O si cumple la sentencia de morir en los caminos.
En el norte vide cosas que ya nunca hei de olvidar,
Yo vide gauchos peliar con facones caroneros,
O con machates cañeros que al verlos hacían temblar.
Rara vez mata el paisano, porque ese instinto no tiene,
Al duelo criollo se aviene por no recular ni un tranco,
Hace saber que no es manco y en el peliar se entretiene.
No hay serrano sanguinario ni coya conversador,
El más capaz domador jamás cuenta sus hazañas,
Y no les tienta la caña porque el tintillo es mejor.
Cada pago se aficiona a una forma de peliar,
Y aquel que quiera guapear antes tendrá que alvertir,
Que para poder salir hay que aprender a dentrar.
Se agarran a puñetazos lo mismo que en cualquier parte,
Pero es una cencia aparte usar los modos del pago,
Ahí se pone fiero el trago como dijo Don Narvarte.
Cordobés pa´la pegada, riojano pal rebencazo,
Chileno pal caballazo, salteño con daga en mano,
Y es un Rey el tucumano pa´peliar a cabezasos.
Siempre el criollo ha de peliar de noche y medio machao,
Es una pena cuñao, que a veces por una tuna,
Se nublen noches de luna y cielitos estrellaos.
Una canción sale fácil cuando uno quiere cantar,
Cuestión de ver y pensar sobre las cosas del mundo,
Si el río es ancho y profundo, cruza quien sabe nadar.
Que otros canten alegrías si es que alegres han vivido,
Que yo también he sabido dormirme en esos engaños,
Pero han sido más los años de porrazos recibidos.
Nadie podrá señalarme que canto por amargao',
si he pasao' las que he pasao' quiero servir de alvertencia,
el rodar no será cencia pero tampoco es pecao.
Yo he caminao por el mundo, he cruzao tierras y mares,
Sin fronteras que me paren y en cualesquiera guarida,
Yo he cantao, tierra querida, tus dichas y tus pesares.
A veces caiban al canto como vaca va a la aguada,
Para escuchar mis verseadas hombres de todos los vientos,
Trenzando sus sentimientos al compás de la encordada.
Pobre de aquel que no sabe del canto las hermosuras,
La vida, la más oscura, la que tiene más quebrantos,
Hallará siempre en el canto consuelo pa´su tristura.
Dicen que no tienen canto los ríos que son profundos,
Más yo aprendí en este mundo que el que tiene más hondura,
Canta mejor por ser hondo y hace miel de su amargura.
Con los tumbos del camino se entran a torcer las cargas,
Pero, es ley, que en huella larga deberán acomodarse,
Y aquel que quiera olvidarse las ha de pasar amargas.
Amigos voy a dejarlos ya está mi parte cumplida
En la forma preferida de una milonga Pampeana
Canté de manera llana ciertas cosas de la vida.
Aura me voy no se adónde, pa' mi todo rumbo es bueno
Los campos con ser ajenos los cruzo de un galopito,
Guarida no necesito yo se dormir al sereno.
Siempre hay alguna tapera en la falda de una sierra,
Y mientras siga esta guerra de injusticias para mí,
Yo he de pensar desde allí, canciones para mi tierra.
Y aunque me quiten la vida o engrillen mi libertad,
y aunque chamusquen quizás, mi guitarra en los fogones,
han de vivir mis canciones en l´alma de los demás.
No me nuembren que es pecao' y no comenten mis trinos,
yo me voy con mi destino pal´lao donde el sol se pierde,
tal vez alguno se acuerde que aquí cantó un argentino.
Atahualpa Yupanqui (1908-1992)
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