sábado, 15 de enero de 2011

Bertolt Brecht - Dramaturgo


Bertolt Brecht

Fue considerado uno de los más grandes dramaturgos contemporáneos, llamado "el Shakespeare del siglo XX", dado a que revolucionó el teatro mundial, luego que a comienzos del Siglo XX se propuso romper con el teatro burgués, dedicado sólo a entretener y no a influir en el espectador.
Eugen Berthold Friedrich Brechter Han Culen, su nombre real, nació en la población de Augsburgo, Alemania.
Fue hijo de un gerente de una pequeña fábrica de papel y una mujer protestante, hija de un funcionario público. Además de ser católico, era un joven rebelde al que le gustaba jugar ajedrez y tocar el laíd.
No le gustaban las normas de su tiempo, la hipocresía, burguesía y disciplina, por lo que vivía al margen de éstas, además de que mostró una gran precocidad intelectual.
En 1917 comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Munich, misma que retomó después de prestar su servicio militar como médico, para abandonarla definitivamente en 1921.
Su gusto por escribir procede desde muy joven y sus primeros poemas datan de 1914, en los que habla de prostitutas y vagabundos.
Para 1918, con 20 años de edad, escribió su primera gran obra teatral: "Baal".
Esta pieza trata de un poeta y asesino bisexual y debido a su gran fuerza poética es representada en 1923 con gran éxito. Entre 1918 y 1920 escribió una pieza sobre Espartaco, un líder antiesclavista del imperio romano, que sería después retitulada como "Tambores en la noche".  
Para 1919, con la agitación bávara, se integró al Partido Social-Demócrata Independiente.
Tras los éxitos literarios "Baal" y "Tambores en la noche", en 1924 escribió "La vida de Eduardo II", que fue el despunte de su nueva corriente (dramaturgo social), marcando su separación de las vanguardias del simbolismo y expresionismo.
Brecht encontró que en ella no tiene limitaciones, además de que manejó un humor cruel en sus personajes, pero con temas que afectaron al hombre.
En ese mismo 1924 abandonó su ciudad natal: Augsburgo, trasladándose a Munich para posteriormente partir a Berlín, donde conoció al poeta expresionista Arnolt Bronnen, con quien fundó una empresa productora.
Su pieza más famosa: "La ópera de los tres centavos", basada en "The beggar"s opera" (La ópera del mendigo), de John Gay, fue estrenada en 1928, y en ella habló de prostitutas, vividores, mendigos y delincuentes.
De 1929 a 1934 escribió varias obras, entre las que destacan "Línea de conducta", "Acuerdo" y el más importante trabajo de la época: "La excepción y la regla" (1930).
Hasta 1933 trabajó tranquilo, pero al llegar Adolfo Hitler al poder alemán, se prohibió la publicación de sus obras, retirándole su ciudadanía alemana y orillándolo al exilio hacia Austria, Dinamarca, Suiza y, finalmente, Estados Unidos.
Ya en ese país, intentó escribir para Hollywood, pero sus obras fueron rechazadas por los grandes productores y, en 1947, fue acusado de actividades anti americanas, lo que obligó a Brecht a exiliarse de nuevo en Suiza.
En un lapso de 10 años escribió sus cuatro grandes obras: "La vida de Galieo Galilei", biografía del científico que defendió su teoría heliocéntrica; y "Madre coraje y sus hijos", en la que habló sobre las guerras para ganar dinero.
Además, "El hombre bueno de Sezuan", que muestra cómo sobrevivir en un mundo capitalista; y "El círculo caucásico de Tiza", pieza en la que narra la historia de la custodia de un niño, hijo de una madre de alta sociedad que le abandona y su lucha con la criada que lo cuida.
Tras 15 años de exilio regresó a Berlín Oriental y en 1948 escribió "El señor Puntilla y su servidor Matti", obra que trata de un granjero finlandés y su sobriedad grosera, así como su humor borracho.
También en esa ciudad creó su propia compañía teatral, el Berliner Ensamble, que con un grupo de grandes actores tiene años de enormes escenificaciones y publicaciones espectaculares.
Brecht recibió en 1955 el premio "Stalin de la paz". Al año siguiente, tras una inflamación del pulmón, le vino una trombosis coronaria, la cual originó su fallecimiento, ocurrido el 14 de agosto de 1956 en Berlín del Este.

"MADRE CORAJE"

En España, director de teatro Gerardo Vera estrenó su versión "emocional" del clásico antibelicista de Bertolt Brecht.
"Madre Coraje es una hija de puta", dice Gerardo Vera, consciente de que en el imaginario de aquellos que no han leído o no han visto representada la obra de Bertolt Brecht, esas dos palabras representan al amor maternal capaz de ir al mismísimo infierno en defensa de sus hijos. Y nada más lejos de la realidad.
"¡Así es la guerra! ¡Una bonita fuente de ingresos!", dice la protagonista en un momento de Madre Coraje y sus hijos, escrita por Brecht en 1939 y estrenada en Zúrich dos años después, cuando el dramaturgo huía del nazismo. El próximo jueves Gerardo Vera estrenará en el teatro Valle-Inclán de Madrid su propia puesta en escena de la versión ya clásica de Antonio Buero Vallejo.
Por la Europa de la Guerra de los Treinta Años, una sangría que entre 1618 y 1648 enfrentó a católicos y protestantes, arrastra su codicia de vendedora ambulante "una hiena de los campos de batalla", una mujer con tres vástagos: un soldado en el que tiene puestas todas sus esperanzas, otro "tonto pero honrado" y una hija muda: "No vale nada. Pero por lo menos no habla, y eso ya es algo".
"Madre Coraje es alguien que decide sacar provecho de la guerra, caiga quien caiga. Aunque los que caigan sean sus hijos. El provecho es para ella más importante que los afectos. Llega la paz y se deprime porque se le acaba el negocio", explica Gerardo Vera, premio Nacional de Teatro en 1988 y director del Centro Dramático Nacional desde el año 2004.
Sentado en su casa madrileña y con los diarios de Bertolt Brecht en la mano, Vera dice que, junto a la gran carga ideológica que le dio su autor, en la obra -"una leyenda del teatro"- ha encontrado "imágenes emocionales muy potentes". Y se ha aferrado a ellas para saltarse la ortodoxia brechtiana, que prescribe frialdad analítica y distanciamiento para que el espectador no olvide en ningún momento que está en el teatro. De conmoverse, nada.
"Como el propio Buero, he querido ser brechtiano a pesar de los brechtianos", sigue Gerardo Vera. "Toda obra tiene elementos subconscientes debajo de los conscientes. Brecht y su mujer [la actriz Helene Weigel, la Madre Coraje por antonomasia en el teatro alemán] discutieron mucho. Está en sus diarios. De hecho, cuando fusilan a uno de sus hijos, Helene hace el gesto de abrir la boca en un grito, inmenso pero mudo, que sobrecoge. Yo he retomado ese gesto en mi montaje. La emoción de los espectadores no tiene por qué venir del melodrama, puede venir también de la contención".
Por eso ha pedido a sus actores un derroche de energía cercano "a la violencia física" para lograr una síntesis entre reflexión ("su guerra es todas las guerras y, además, una metáfora del capitalismo salvaje") y emoción ("he querido romperle los esquemas al espectador, refugiado en la luz oscura del patio de butacas y, después de horas y horas de telediario, insensible a las imágenes de guerra").
En una de sus observaciones a la obra, Bertolt Brecht anotó que el que debía comprender era el espectador, no la protagonista. Para ella la guerra no es un experimento sino un destino: "Aprende tan poco de la catástrofe como un conejillo de Indias de biología". La actriz Mercè Aranega, la Madre Coraje de Gerardo Vera, habla de su personaje como de un animal: "No se puede decir que no quiera a sus hijos. Los quiere como una leona. Claro que los protege, pero cuando la selva se los come, los abandona y sigue. Nosotros queremos a nuestros hijos por instinto y por reflexión, y Madre Coraje sólo tiene instinto". Y de supervivencia, el que tienen los pobres. "Ése es el coraje del que habla Brecht y no el que se imagina la gente cuando dice de alguien que es una 'Madre Coraje".
Aranega encabeza un elenco del que también forman parte, entre otros, Críspulo Cabezas, Fernando Soto, Carmen Conesa, José Pedro Carrión, Walter Vidarte y Abel Vitón. Por su parte, Malena Alterio se ha encargado de poner en pie uno de los personajes más complejos del teatro moderno: Catalina, la hija muda, la verdadera heroína de la obra. "En el fondo, ella es como los espectadores: ve y oye pero no puede tomar partido verbal. Su posición es angustiosa", dice Alterio, que según Gerardo Vera ha salido más que airosa de un personaje que "está presente casi toda la obra y no dice ni una palabra. Sólo usa gestos y sonidos guturales".
El montaje termina con la protagonista dirigiéndose a la calle, literalmente. Vera ha querido traer a Brecht a la actualidad sin recurrir a una ambientación actual. En su obra se mezclan cascos de lasquenetes con rifles de la II Guerra Mundial, música de Goran Bregovic y canciones de los años veinte. "Los mecanismos de la guerra son siempre los mismos, en la de los Treinta Años, en los Balcanes y en Gaza", dice.
Todo empezó, de manera inconsciente, en la primera guerra de Irak, hace casi dos décadas. "Los periódicos se llenaron de madres con sus hijos destrozados en brazos", recuerda Vera. "Empecé a recortar las fotografías para tenerlas siempre presentes. Todavía lo hago. No quiero que lo que veo en el desayuno se me vaya olvidando a medida que pasa el día. Quiero que me sirva de recordatorio porque la guerra se ha convertido en parte de nuestro paisaje cotidiano, algo que, inevitablemente, me llevó a pensar en el espectador de teatro como elemento pasivo. Y quise luchar contra eso".

Cuando Google era Perpiñán

Madre Coraje y sus hijos es un clásico contemporáneo que ha tenido entre su nómina de protagonistas a actrices como Liv Ullman, Judi Dench o Meryl Streep, sin olvidar a Helene Weigel, esposa de Bertolt Brecht. En España ya estuvo, por ejemplo, sobre los hombros de Vicky Peña y Rosa María Sardá y bajo la dirección de José Tamayo y Lluís Pasqual.
Todavía, recuerda Gerardo Vera, están recientes sendos montajes en Londres y Berlín. La versión alemana viajó a Irán y él anda recopilando información sobre el eco que una obra así tiene "en una región castigada por la guerra".
Setenta años después de ser escrita, la actualidad de la pieza es indudable. Es un alegato antibelicista y, a la vez, anticapitalista. Ideal para un tiempo de crisis. Vera, sin embargo, no las tiene todas consigo: "Los mismos que nos llevaron a la debacle están urdiendo estrategias para que vuelva la especulación. Su voracidad es inagotable". ¿Dónde queda el poder del teatro para cambiar la sociedad? "Yo he tirado la toalla. Lo único que podemos hacer es confiar en un goteo que transforme las mentalidades poco a poco. Creo en el compromiso individual como ciudadano". Vera dice que pertenece a una generación que mitificó la cultura: "Nuestro google era Perpiñán y el ansia de información sobre lo que no se podía ver o leer en España". Eso sí, el teatro goza de buena salud en tiempos de realidad virtual: "Es la humanidad en directo". Y en cada función.










Creía que el teatro era una guía para la acción, para que el hombre, la mujer, tomasen conciencia de sí mismos y pudieran intentar transformar el mundo. 









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