jueves, 13 de enero de 2011

Biografía de Federico Fellini
(Rimini, 1920 - Roma, 1993)
De familia burguesa y desde siempre hábil para el dibujo, Fellini ya está en Roma en 1938, colaborando con varias revistas satíricas como la célebre Marc’Aurelio. 
En 1941 comienza una intensa actividad de guionista: su nombre aparece en los títulos de películas de gran relieve, como "Roma ciudad abierta (Roma città aperta)" (1945), "Paisa (Paisà)" (1946), "Sin piedad (Senza pietà)" (1948) y "Europa 1951 (Europa 51)" (1952). Debuta como director junto a Alberto Lattuada con "Luci del varietà" (1951), un melancólico retrato del mundo del teatro itinerante. 
Su próxima obra es "El Jeque blanco (Lo sceicco bianco)" (1952), escrita con Ennio Flaiano y Tullio Pinelli, en la cual se aparta de la tradición neorrealista delineando personajes que oscilan entre lo fantástico y lo irónico. 
Al año siguiente, "Los inútiles (I Vitelloni)" (1953) le vale un León de Plata en Venecia además de un gran éxito de público y de crítica. Es un filme de matriz autobiográfica, en el cual Fellini vuelve a su provincia natal con una sensación híbrida de nostalgia y repulsión.
 Los años siguientes están constelados de triunfos: la límpida poesía de "La strada" (1954) lleva a sus manos un merecido Óscar, y otro más le procura con su intensidad "Las noches de Cabiria (Le notti di Cabiria "(1957), ambas engalanadas por las magníficas interpretaciones de su mujer,Giulietta Masina
Tras el paréntesis de "Almas sin conciencia (Il bidone (1955)", llega "(La dolce vita)" (1960), que retrata con despiadada precisión los años del auge económico y del dominio democristiano.
 Entra así en escena Marcello Mastroianni, quien de ahí en adelante se convertirá en el actor favorito del cineasta-demiurgo. Le sigue el lacerante segmento "Le tentazioni del dottor Antonio" (1961) y, poco después, la maravillosa "Fellini ocho y medio (8 e 1/2)" (1963), que hace ganar a Fellini su tercer Óscar y muchos consideran su mejor obra. 
Menos felices resultarán la exploración junguiana del alma femenina en "Giulietta de los espíritus" (Giulietta degli spiriti)" (1965) y el accidentado recorrido por la antigüedad con "Satiricón (Satiricon)" (1969). 
Mucho mejor será el cortante y alucinante episodio"Toby Dammit" (1967) y excelentes las partes centradas en el pasado de la desigual "Roma" (1972). El retorno al pueblo de su infancia con "Amarcord"  (1973) tiene un efecto renovador para Fellini, quien de nuevo se encuentra en sus niveles más altos. 
Y no cabe otra cosa que inclinarse ante esa lección que es "Casanova" (1976), un trabajo nocturno e hipocondríaco extraordinariamente logrado. El apólogo amenazante de "Ensayo de orquesta (Prova d'orchestra)" (1979), el viaje innecesario por el inconsciente en "La ciudad de las mujeres (La città delle donne)" (1980) y la pretenciosa parábola de "Y la nave va (E la nave va)" (1983) hablan de una evidente crisis de inspiración, de la cual Fellini buscará refugio en la blanda invectiva anticonsumista de "Ginger y Fred (Ginger e Fred)" (1985) y en los apuntes divertidos y melancólicos de "La entrevista ("(1987).
Para llegar, en la testamentaria "La voz de la luna (La voce della luna)" (1990), a una lúcida reflexión sobre los horrores del presente vistos con los ojos de dos marginados; una fábula impecable que termina con una suave invitación al silencio para comprender más y mejor.
F.T.



 















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