(…) “Estaban en la acera, iban a despedirse, pero Marta todavía dijo, “En realidad, es como si no hubiese mudanza, la casa de la alfarería sigue siendo nuestra, lo que podemos traer de allí es lo mismo que nada, lo que está sucediendo es algo así como desnudarnos de una ropa para vestir otra, una especie de carnaval de máscaras, Sí, observó el padre, aparentemente es así, aunque, al contrario de lo que se suele creer y sin pensar se afirma, el hábito hace al monje, la persona también está hecha por la ropa que lleva, podrá no notarse inmediatamente, pero es sólo cuestión de dar tiempo al tiempo”. (…)
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