domingo, 11 de septiembre de 2011

Victor Jara - Homenaje

La Carta de Ángel Parra a Víctor Parra
Querido Víctor:

Me despierto con ganas tremendas de escribirte para contarte lo que me sucedió anoche 24 de diciembre. Serían como las 12:10 cuando sonó el teléfono, nosotros dormíamos profundo, lo de siempre cuando te despiertas antes de haber terminado su noche, ¿quién será? ¿Porqué tan tarde? etc. La llamada era de Chile, para decirme que formaba parte de los perdonados, que era parte del paquete de regalo de pascua que la dictadura ofrecía este año.
La voz querida de mi hermana sonaba radiante, ¿te acuerdas Víctor de su voz? ¡Se te acabó el exilio hermano, se te acabó el exilio! Por un segundo compartí de corazón su alegría, la alegría de tantos otros que pelean todos los días a brazo partido por el fin del exilio y que en mi caso consiguieron mi perdón. Perdón, ¿pero de qué, Dios mío me pregunto?
¿Me están perdonando tus 40 balas por la espalda?
¿Mi padre a quien no volveré a ver?
Ellos me están perdonando nuestros 30 mil muertos y ¿el río Mapocho ensangrentado?
¿Me perdonarán acaso los cadáveres que traía el Renaico en Mulchén? ¿Los fusilados de Calama (al quinteo, es decir 1-2-3-4-5-tú), el director de la Sinfónica Infantil de La Serena? ¿El padre Jarlan símbolo de los pobladores torturados violados relegados expulsados encarcelados desaparecidos?¿Carmen Gloria, Rodrigo? Parece que debo hacer una reverencia y agradecer el perdón. Aquí no ha pasado nada y tan amigos como antes.
¿Qué te parece Víctor? A veces pienso que es mucha la generosidad, y que soy un mal agradecido.
Me perdonan Marta Ugarte, Tucapel, el Chino Díaz, Weibell, los degollados, Pepe Carrasco, Corpu Cristi y yo no sé agradecer.
¿Me siguen perdonando los cinco jóvenes desaparecidos en septiembre del '87, mi pueblo hambriento, la cesantía, la Prostitución infantil y este nudo en la garganta permanente desde hace 14 años tamblén me lo perdonan? Me pregunto si en este gesto están incluidos mis amigos muertos en el exilio, Lira Massi, Ramírez Necochea, Guillermo Atias,Vega Queratt.
Estás en la lista, ¿Cuál lista?, la de los que pueden reír pensar, circular, amar, morir, vivir.
En fin Víctor amigo, mucho tiempo que quería escribirte pero ya me conoces soy un poco flojo. Te contaré que estoy componiendo mucho, entre merengues, tonadas, cumbias y cuecas, oratorios y pasiones, el tiempo pasa y se queda inscrito en el alma.
Quiero hablarte un poco de mi mujer a quien no conociste, pero conocerás algún día o no, mejor lo verás en ella cuando llegue el momento. Ella me ha dado algo que yo no sé cómo se llama, pero que se traduce en una cierta seguridad equilibrio y alegría de vivir, la misma que tú tenías junto a tu mujer. Me acuerdo perfectamente de tu claridad y seguridad en tus pasos, aventuras y destinos. Y eso se reflejaba en tu trabajo, el teatro, la peña, el partido, los sindicatos y los amigos. Siempre tenías tiempo para todo (yo me cansaba de mirarte). Me acuerdo que la Viola me decía, aprende, aprende. Espero haber aprendido algo.
Por ejemplo :
La humildad, el heroísmo no se venden ni se compran, que la amistad es el amor en desarrollo, que los hombres son libres solamente cuando cantan, flojean o trabajan, chutean el domingo la pelota o se toman sus vinitos en las tardes, le cambien los pañales a su guaguas, distinguen las ortigas del cilantro cuando rezan en silencio porque creen y son fieles a su pueblo, eternamente como tú y como miles de anónimos maestros somnolientos, de domésticas, mineros, profesores, bailarinas, guitarreras de la Patria. También quiero decirte al despedirme que París está bello en este invierno, que no acepto los perdones ofrecidos, que mi patria la contengo en una lágrima, que vendré a visitarte en primavera, que saludes a mis padres cuando puedas, que tengo la memoria de la historia y que todo crimen que se haya cometido deberá ser juzgado sin demora, que la dignidad es esencial al ser humano, que el año que comienza será ancho de emociones esperanzas y trabajos sobre todo para Uds. Víctor Jara que siembran trigo y paz en nuestros campos.


ANGEL PARRA, París, diciembre 1987

Víctor Jara

El Golpe de Estado de las Fuerzas Armadas chilenas encabezado por el General Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende, el 11 de setiembre de ese año, lo sorprende en la Universidad Técnica del Estado, y es detenido junto a profesores y alumnos. Lo llevan al Estadio Chile (actualmente "estadio Víctor Jara", lugar en el que hay una placa en su honor con su último poema, donde permanece detenido varios días. Según numerosos testimonios, lo torturan durante horas, le golpean las manos hasta rompérselas con la culata de un revólver y finalmente lo acribillan el día 16 de setiembre. El cuerpo es encontrado el día 19 del mismo mes.
Fue un destacado militante del Partido Comunista de Chil, siendo miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas de Chile hasta el momento de su asesinato. Estando preso escribió su último poema y testimonio: “Somos cinco mil” 

 Somos cinco mil
        en esta pequeña parte de la ciudad.
        Somos cinco mil
        ¿Cuántos seremos en total
        en las ciudades y en todo el país?
        Solo aquí
        diez mil manos siembran
        y hacen andar las fábricas.
        ¡Cuánta humanidad
        con hambre, frío, pánico, dolor,
        presión moral, terror y locura!





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