La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
En vísperas de un nuevo año sería muy grato decirles que todo será fácil; desgraciadamente no es así.
Hay que explicarle a la gente por qué ocurre esto (el desabastecimiento). Nunca antes la gente tuvo un poder de compra y resulta que las industrias no estuvieron en relación con la entrega de sus productos respecto de la demanda de ella.
Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica.
No dudaría un momento en renunciar si los trabajadores, los campesinos, los técnicos y profesionales de Chile así me lo demandaran o sugirieran.
No habrá una guerra fratricida porque el Gobierno y el pueblo lo impedirán. Tampoco habrá un Presidente que se suicide, porque el pueblo sabrá responder.
Un castigo a la insolencia, cobardía, ataque artero y violencia que sectores tradicionales pusieron en campaña. ¿Por qué no haríamos nosotros las cosas humanamente?
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Trabajadores de Chile: el invierno está terminando y aparecen ante nosotros horizontes económicos promisorios.
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Un obrero sin trabajo, no importa que sea o no sea marxista, no importa que sea o no sea cristiano, no importa que no tenga ideología política, es un hombre que tiene derecho al trabajo y debemos dárselo nosotros.
La revolución no pasa por la universidad, y esto hay que entenderlo, la revolución pasa por las grandes masas, la revolución la hacen los pueblos, la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores.
El hombre de los países industriales ha llegado a la luna dominando la naturaleza. ¿Es justo que el hombre ponga un pie sobre la luna? ¿O no sería más justo que los grandes países pongan los pies sobre la tierra y se den cuenta que hay millones de personas que no tienen trabajo y que sufren de hambre?
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha.
Estamos seguros de que la gran mayoría de la población chilena nos entregará ahora la responsabilidad de llevarlo a la práctica y materializar lo que Chile se merece: un futuro digno, independiente y soberano, un creciente bienestar general y una distribución más justa de los frutos de nuestro esfuerzo productivo.
El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.
Con las dificultades propias de los que caminan en un Ford del año 1920 y por un camino malo, vamos de tumbo en tumbo, pero avanzando, avanzando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario