La vida es un sueño, el despertar es lo que nos mata.
No
hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
Creo que todas las novelas tratan del
carácter y que es para expresar el carácter, no el sueño de doctrinas, el
cantar canciones o el celebrar las glorias del Imperio Británico que la forma
de la novela, tan rica, elástica y viva, va evolucionando.
Cada uno tenía su pasado encerrado dentro de sí
mismo, como las hojas de un libro aprendido por ellos de memoria; y sus amigos
podían sólo leer el título.
El amor es una ilusión, una historia que una
construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso
pone cuidado en no destruir la ilusión.
Sólo el cielo sabe por qué lo amamos tanto.
Sí, siempre mantened los clásicos a la mano para
prevenir la caída.
Una mujer debe tener dinero y una habitación propia
si desea escribir ficción.
Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien,
si no ha comido bien.
Nos produce náusea la vista de personalidades
triviales que se descomponen en la eternidad de lo impreso.
Es vano y una tontería el hablar de conocer el
Griego.
La vida misma, cada momento de ella, cada gota de
ella, aquí en este instante, ahora, en el Sol, en Regent.
Si, he estado pensando: vivimos sin un futuro. Eso
es lo sorprendente: con las narices apretujadas contra una puerta cerrada.
La vida. Es un halo luminoso, una envoltura
semitransparente que nos envuelve desde que tenemos una conciencia hasta el
final.
Middlemarch, el libro magnífico, el cual con todas
sus imperfecciones, es una de las pocas novelas inglesas para gente madura.
Sólo Dios sabe por qué la amamos tanto, por qué la
vemos como la vemos, inventándola, construyéndola a nuestro alrededor,
derribándola a cada momento; porque hasta las mujeres menos atractivas que
pudiera imaginarse, los desechos más miserables que se sentaban en los umbrales
de las puertas (derrotados por la bebida) hacían lo mismo; estaba totalmente
convencida de que ninguna ley lograría dominarlos, y por esa misma razón: la de
que ellos amaban la vida.
Porque todas las comidas se han cocinado, los
platos y las tazas lavado; los niños enviados a la escuela y arrojados al
mundo. Nada queda de todo ello; todo desaparece. Ninguna biografía, ni
historia, tiene una palabra que decir acerca de ello.
Yo me aventuraría a pensar el que Anon (anónimo),
quien escribiera tantos poemas sin firmarlos, fue a menudo una mujer.
Quería escribir sobre todo, sobre la vida que
tenemos y las vidas que hubiéramos podido tener. Quería escribir sobre todas
las formas posibles de morir.
La muerte es el enemigo. La muerte es contra lo que
cabalgo con la espada envainada y el pelo flotando al viento.
La vida, quizás, no se presta a las manipulaciones
a las que la sometemos cuando intentamos contarlas.
El sol no había nacido todavía. Hubiera sido
imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de
las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada.
La verdad que escribir constituye el placer más
profundo, que te lean es sólo un placer superficial.
El pasado sólo vuelve cuando el presente fluye tan
armonioso como la superficie deslizante de un río profundo. Entonces se ve a
través de la superficie deslizante de un río profundo. En esos momentos
encuentro una de mis mayores satisfacciones, no en el hecho de estar pensando
en el pasado, sino que es entonces cuando estoy viviendo el presente más
intensamente.
Cuando vio este nuevo libro sobre su mesa de noche,
apilado sobre el que había terminado la noche anterior, estiró la mano
automáticamente, como si leer fuera la primera y única tarea evidente del día,
la única forma viable de negociar el tránsito del sueño al deber.
La sorprende como la sorprendería un objeto raro y
extraordinario, una obra de arte; por la sencilla razón de que sigue siendo, a
través del tiempo, pura y simplemente él mismo.
Pero para hacerte entender, para darte mi vida,
debo contarte una historia -y hay tantas y tantas- y ninguna de ellas es
verdad.
Los hombres pueden preciarse de escribir honesta y
apasionadamente sobre los movimientos de las naciones; pueden pensar que la
guerra y la búsqueda de Dios son los únicos temas de la gran literatura; pero
si la posición de los hombres en el mundo tambaleara por un sombrero mal
escogido, la literatura inglesa cambiaría dramáticamente.
No comer es un vicio, una especie de droga: con el
estómago vacío se siente limpia y veloz, con la cabeza despejada, lista para la
pelea. Toma un sorbo de café, baja la taza, estira los brazos. Levantarse a lo
que parece ser un buen día, prepararse para trabajar pero no embarcarse
todavía, resulta una de las experiencias más singulares.
(..) Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír
voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor.
Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo
que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta
que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy
destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que
ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero
decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente
conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si
alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la
certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
Empiezo a desear un lenguaje parco como el que usan
los amantes, palabras rotas, palabras quebradas, como el roce de las pisadas en
la acera, palabras de una sílaba como las que usan los niños cuando entran en
un cuarto donde su madre está cosiendo y cogen del suelo una hebra de lana
blanca, una pluma, o un retal de chintz. Necesito un aullido, un grito.
No son las catástrofes, los asesinatos, las
muertes, las enfermedades las que nos envejecen y nos matan; es la manera como
los demás miran y ríen y suben las escalinatas del bus.
Las mujeres han servido durante todo este siglo
como espejos que poseyeran el poder de reflejar la figura del hombre a un
tamaño doble del natural.
Es obvio el que los valores de las mujeres difieren
con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y sin embargo son los
valores masculinos los que predominan.
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