domingo, 1 de enero de 2012

Días y noches de amor y de guerra

EL UNIVERSO VISTO POR EL OJO DE LA CERRADURA


Robaste una cala del florero. Le respiraste hondamente el olor. Atravesaste el patio y los hervores del verano, a pasitos lentos, con la alta flor alzada en el puño. Las bal­dosas frescas del patio eran una alegría de los pies des­calzos.
Llegaste al chorro de agua. Para abrirlo, te subiste a un banquito. El agua caía sobre la flor y tus manos y vos sen­tías que el agua se iba deslizando por toda tu piel y cerraste los ojos, mareada de placer inexplicable, y entonces pasó un siglo.
-Se me cayeron los pensamientos, mamá- explicaste des­pués, señalando la rejilla del piso. -Se me cayeron y se fueron por ahí.

Eduardo Galeano


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