domingo, 1 de enero de 2012

Días y noches de amor y de guerra

EL SISTEMA


que programa la computadora que alarma al banque­ro que alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente que intima al ministro que amenaza al director general que humilla al gerente que grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la mujer que golpea al hijo que patea al perro.

EL SISTEMA


Caminamos por las ramblas de Barcelona, frescos túneles del verano, y nos acercamos a un quiosco de venta de pajaritos.
Hay jaulas de muchos y jaulas de a uno. Adoum me explica que a las jaulas de a uno les ponen un espejito, para que los pájaros no sepan que están solos.
Después, en el almuerzo, Guayasamín cuenta cosas de New York. Dice que allá ha visto hombres bebiendo solos en los mostradores. Que tras la hilera de botellas hay un espejo y que a veces, bien entrada la noche, los hombres arrojan el vaso y el espejo vuela en pedazos.

EL SISTEMA


Quien está contra ella, enseña la máquina, es enemigo del país. Quien denuncia la injusticia, comete delito de lesa patria.
Yo soy el país, dice la máquina. Este campo de concen­tración es el país: este pudridero, este inmenso baldío va­cío de hombres.
Quien crea que la patria es una casa de todos, será hijo de nadie.

Eduardo Galeano

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