Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía
mi padre, un tal Pedro Páramo
Juan Rulfo. “Pedro Páramo”
Después
del Homenaje Nacional en 1980, Rulfo vuelve al Palacio de Bellas Artes, recinto
preciso para celebrar el silencioso y fascinante mundo de tan reconocido
creador mexicano. La exposición Juan
Rulfo: voces y silencios ocupará
todas las salas del museo, del 19 de septiembre de 2001 al 13 de enero de 2002,
que reúnen diversos aspectos de la vida y la obra de Juan Rulfo, conocido
universalmente por sus libros El
llano en llamas(1953) y Pedro
Páramo (1955). Se pretende
mostrar el universo poético de un Rulfo multifacético y poco conocido. Un Rulfo
cuya fotografía, narrativa, estudios de historia, geografía, antropología y
arquitectura mexicanas, así como otras actividades a las que se dedicó, como la
cinematografía y su cercanía a la música, requieren de nuevas lecturas sobre su
proceso creativo en este inicio de milenio.
La exposición trata
de escribir un nuevo capítulo de este gran artista mexicano nacido en Jalisco
en 1917 y fallecido en la Ciudad de México en 1986, quien se adentró en el alma
mexicana para llevarla, a través de encuerar el lenguaje campesino, al terreno
de lo universal. La importancia de la obra literaria de Rulfo queda manifiesta
en las múltiples ediciones y traducciones de que ha sido objeto, así como los
estudios que escritores y académicos como Carlos Fuentes, Susan Sontag y
escritores del mundo entero, han realizado sobre su literatura y fotografía.
El alma de la
exposición consiste en 105 fotografías en blanco y negro que Rulfo tomó en sus
diversos viajes por el interior de la República y la capital, las cuales nos
llegan desde el Palacio de la Virreina en Barcelona, España, donde fueron
expuestas recientemente. La muestra llega a México con el apoyo de Lunwerg
Editores y se complementa con documentos inéditos por primera vez exhibidos.
También contextualiza la vida de Rulfo en Guadalajara y la Ciudad de México,
así como la incidencia de los trabajos que desempeñó en la Secretaría de
Gobernación, en la Goodrich-Euzkadi, la Comisión del Papaloapan, Televicentro
de Guadalajara y el Instituto Nacional Indigenista, así como sus intereses por
el alpinismo y el indigenismo en su labor literaria, fotográfica y cinematográfica,
y en las menos conocidas de crítico de arte e historiador de la arquitectura.
La muestra se
acompaña de actividades paralelas como conferencias y mesas redondas, un ciclo
de cine, conciertos, una coreografía en torno a la obra rulfiana y fragmentos
teatrales.
Esta exposición
ilustra las facetas, hasta ahora desconocidas, de Juan Rulfo, como su interés
por la arquitectura, la antropología y la historia de nuestro país, así como la
importancia de una obra cuyo carácter y espíritu son absolutamente mexicanos y,
por su fuerza y calidad, de una universalidad indiscutible.
La realización de
esta muestra ha sido posible gracias al apoyo de Fundación Juan Rulfo, Lunwerg
Editores, Laboratorio Mexicano de Imágenes, Sociedad de Amigos del Museo del
Palacio de Bellas Artes, A.C., Sony Electrónicos de México, S.A. de C.V.,
Tequila Don Julio, L.G. Electronics, Embajada de España y Ayuntamiento de
Barcelona.
ITINERARIO DEL VIAJE
La exposición Juan Rulfo: voces y silencios ofrece al visitante la posibilidad de
apreciar y, en muchos casos, descubrir aspectos muy diversos y poco conocidos
de la vida y la obra de Juan Rulfo, un artista cuya expresión creadora conduce,
tanto a espectadores como a lectores, al encuentro de un universo insólito.
Conocido en el mundo
entero por sus libros El
Llano en Llamas y Pedro Páramo, Juan Rulfo fue un
hombre notable interesado en la historia de México, en la antropología y en la
arquitectura prehispánica, colonial y moderna. Los indígenas de nuestro país
fueron para él motivo de interés y de atención que se refleja, además de en su
trabajo literario y fotográfico, en manuscritos, documentos y numerosas
revistas en las que deja constancia de una visión sensible hacia los problemas
y la riqueza del mundo indígena. Rulfo también estuvo vinculado
profesionalmente al cine, como guionista y como fotógrafo, y fue siempre un
apasionado de la música. La exposición da cuenta, a través de imágenes,
objetos, libros, manuscritos, sonidos y atmósferas, de este itinerario.
Cada sala conduce a
un viaje en el que los pasos del visitante estarán acompañados por las voces
silenciosas y por los murmullos que forman parte de la obra y de la persona de
Juan Rulfo.
Fiel a la mesura de
su narrativa, la mirada de Rulfo atrapa la naturaleza, la soledad y las
carencias del pueblo mexicano. Su asombro por los ritmos cambiantes de la luz,
su postura solidaria hacia los indígenas y su interés manifiesto por ciertos
valores de la provincia y del campo quedaron plasmados en sus fotografías como claros
testimonios de su visión del mundo y, de manera específica, del espíritu
mexicano que él mismo nos revela.
Rulfo tuvo la
capacidad y la congruencia para mantenerse libre de academicismos y totalmente
despojados de retóricas. En su expresión creadora, la dignidad de los
campesinos y de los indígenas está tratada con austeridad, con misterio y con
una mirada profunda alejada por completo del folclor.
El contenido de esta
muestra tiene como propósito despertar el interés del público por descubrir a
Juan Rulfo en todas sus facetas y, a través de su voz y de sus silencios,
continuar el viaje.
LAS VOCES SILENCIOSAS DE JUAN RULFO
Había que dar cuenta del universo rulfiano nacido de las experiencias vitales del autor, así como de sus intereses y obsesiones, entretejidos en un mismo nudo, del que se desprende la elaboración simbólica de una obra vigorosa y compleja que encierra su magnífica universalidad
Mucho se ha escrito
sobre las semejanzas entre la obra literaria y las imágenes fotográficas de
Rulfo. Algunos piensan que la fotografía fue su primer manuscrito hecho con luz
para después llegar a la palabra escrita. Es casi imposible saberlo, y tampoco
es indispensable desentrañarlo pues, muy probablemente, en la mente
indescifrable del personaje taciturno, todo corría como un manantial de poesía
que conectaba, de manera natural, cada una de sus voces.
Pareciera que primero
recogió con la pupila esos parajes secos, arrebatados al mundo de los muertos,
y que el ejercicio de mirar se le enredó en las tripas junto con la
imaginación. De ahí nació esa nueva dimensión de la literatura moderna.
Como un gran árbol de
poderosas raíces, Juan Rulfo propició que sus ideas y visiones penetraran hasta
el mismo fondo de la tierra. Ahí en el silencio atemporal, las abandonó el
tiempo necesario para luego destapar el agujero de donde surgieron las voces
que inflamaron la luz y dilataron las palabras. Algunas quedaron enterradas
para siempre.
A su memoria, hecha
de murmullos, de recuerdos y de silencios, el Museo de Palacio de Bellas Artes
dedica esta exposición que representa, más que un homenaje, un doble
reconocimiento a la obra más breve, densa y acaso la más importante de la
literatura hispanoamericana.
Juan Rulfo en la Capilla de Tlalmanalco |
Adedo: Gracias por compartir. Saludos.
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