domingo, 26 de febrero de 2012

JUAN RULFO: VOCES Y SILENCIOS - Mercedes Iturbe


Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo
Juan Rulfo. “Pedro Páramo”

            Después del Homenaje Nacional en 1980, Rulfo vuelve al Palacio de Bellas Artes, recinto preciso para celebrar el silencioso y fascinante mundo de tan reconocido creador mexicano. La exposición Juan Rulfo: voces y silencios ocupará todas las salas del museo, del 19 de septiembre de 2001 al 13 de enero de 2002, que reúnen diversos aspectos de la vida y la obra de Juan Rulfo, conocido universalmente por sus libros El llano en llamas(1953) y Pedro Páramo (1955). Se pretende mostrar el universo poético de un Rulfo multifacético y poco conocido. Un Rulfo cuya fotografía, narrativa, estudios de historia, geografía, antropología y arquitectura mexicanas, así como otras actividades a las que se dedicó, como la cinematografía y su cercanía a la música, requieren de nuevas lecturas sobre su proceso creativo en este inicio de milenio.
La exposición trata de escribir un nuevo capítulo de este gran artista mexicano nacido en Jalisco en 1917 y fallecido en la Ciudad de México en 1986, quien se adentró en el alma mexicana para llevarla, a través de encuerar el lenguaje campesino, al terreno de lo universal. La importancia de la obra literaria de Rulfo queda manifiesta en las múltiples ediciones y traducciones de que ha sido objeto, así como los estudios que escritores y académicos como Carlos Fuentes, Susan Sontag y escritores del mundo entero, han realizado sobre su literatura y fotografía.
El alma de la exposición consiste en 105 fotografías en blanco y negro que Rulfo tomó en sus diversos viajes por el interior de la República y la capital, las cuales nos llegan desde el Palacio de la Virreina en Barcelona, España, donde fueron expuestas recientemente. La muestra llega a México con el apoyo de Lunwerg Editores y se complementa con documentos inéditos por primera vez exhibidos. También contextualiza la vida de Rulfo en Guadalajara y la Ciudad de México, así como la incidencia de los trabajos que desempeñó en la Secretaría de Gobernación, en la Goodrich-Euzkadi, la Comisión del Papaloapan, Televicentro de Guadalajara y el Instituto Nacional Indigenista, así como sus intereses por el alpinismo y el indigenismo en su labor literaria, fotográfica y cinematográfica, y en las menos conocidas de crítico de arte e historiador de la arquitectura.
La muestra se acompaña de actividades paralelas como conferencias y mesas redondas, un ciclo de cine, conciertos, una coreografía en torno a la obra rulfiana y fragmentos teatrales.
Esta exposición ilustra las facetas, hasta ahora desconocidas, de Juan Rulfo, como su interés por la arquitectura, la antropología y la historia de nuestro país, así como la importancia de una obra cuyo carácter y espíritu son absolutamente mexicanos y, por su fuerza y calidad, de una universalidad indiscutible.
La realización de esta muestra ha sido posible gracias al apoyo de Fundación Juan Rulfo, Lunwerg Editores, Laboratorio Mexicano de Imágenes, Sociedad de Amigos del Museo del Palacio de Bellas Artes, A.C., Sony Electrónicos de México, S.A. de C.V., Tequila Don Julio, L.G. Electronics, Embajada de España y Ayuntamiento de Barcelona.

ITINERARIO DEL VIAJE 

La exposición Juan Rulfo: voces y silencios ofrece al visitante la posibilidad de apreciar y, en muchos casos, descubrir aspectos muy diversos y poco conocidos de la vida y la obra de Juan Rulfo, un artista cuya expresión creadora conduce, tanto a espectadores como a lectores, al encuentro de un universo insólito.
Conocido en el mundo entero por sus libros El Llano en Llamas y Pedro Páramo, Juan Rulfo fue un hombre notable interesado en la historia de México, en la antropología y en la arquitectura prehispánica, colonial y moderna. Los indígenas de nuestro país fueron para él motivo de interés y de atención que se refleja, además de en su trabajo literario y fotográfico, en manuscritos, documentos y numerosas revistas en las que deja constancia de una visión sensible hacia los problemas y la riqueza del mundo indígena. Rulfo también estuvo vinculado profesionalmente al cine, como guionista y como fotógrafo, y fue siempre un apasionado de la música. La exposición da cuenta, a través de imágenes, objetos, libros, manuscritos, sonidos y atmósferas, de este itinerario.
Cada sala conduce a un viaje en el que los pasos del visitante estarán acompañados por las voces silenciosas y por los murmullos que forman parte de la obra y de la persona de Juan Rulfo.
Fiel a la mesura de su narrativa, la mirada de Rulfo atrapa la naturaleza, la soledad y las carencias del pueblo mexicano. Su asombro por los ritmos cambiantes de la luz, su postura solidaria hacia los indígenas y su interés manifiesto por ciertos valores de la provincia y del campo quedaron plasmados en sus fotografías como claros testimonios de su visión del mundo y, de manera específica, del espíritu mexicano que él mismo nos revela.
Rulfo tuvo la capacidad y la congruencia para mantenerse libre de academicismos y totalmente despojados de retóricas. En su expresión creadora, la dignidad de los campesinos y de los indígenas está tratada con austeridad, con misterio y con una mirada profunda alejada por completo del folclor.
El contenido de esta muestra tiene como propósito despertar el interés del público por descubrir a Juan Rulfo en todas sus facetas y, a través de su voz y de sus silencios, continuar el viaje.

LAS VOCES SILENCIOSAS DE JUAN RULFO

Había que dar cuenta del universo rulfiano nacido de las experiencias vitales del autor, así como de sus intereses y obsesiones, entretejidos en un mismo nudo, del que se desprende la elaboración simbólica de una obra vigorosa y compleja que encierra su magnífica universalidad
Mucho se ha escrito sobre las semejanzas entre la obra literaria y las imágenes fotográficas de Rulfo. Algunos piensan que la fotografía fue su primer manuscrito hecho con luz para después llegar a la palabra escrita. Es casi imposible saberlo, y tampoco es indispensable desentrañarlo pues, muy probablemente, en la mente indescifrable del personaje taciturno, todo corría como un manantial de poesía que conectaba, de manera natural, cada una de sus voces.
Pareciera que primero recogió con la pupila esos parajes secos, arrebatados al mundo de los muertos, y que el ejercicio de mirar se le enredó en las tripas junto con la imaginación. De ahí nació esa nueva dimensión de la literatura moderna.
Como un gran árbol de poderosas raíces, Juan Rulfo propició que sus ideas y visiones penetraran hasta el mismo fondo de la tierra. Ahí en el silencio atemporal, las abandonó el tiempo necesario para luego destapar el agujero de donde surgieron las voces que inflamaron la luz y dilataron las palabras. Algunas quedaron enterradas para siempre.
A su memoria, hecha de murmullos, de recuerdos y de silencios, el Museo de Palacio de Bellas Artes dedica esta exposición que representa, más que un homenaje, un doble reconocimiento a la obra más breve, densa y acaso la más importante de la literatura hispanoamericana.

Juan Rulfo en la Capilla de Tlalmanalco





















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