El jardinero (fragmentos)
20
"Día
tras día, viene y se vuelve a ir. Anda, hermana, dale esta flor de mi pelo. Y
si pregunta quién se la manda, no
se lo digas, que sólo viene y se va.
Míralo allí, sentado en la tierra, bajo el árbol. Ve, hermana, y tiéndele una alfombra de hojas y flores, que sus ojos están tristes y llenan de pesar mi corazón. Nunca dice lo que está pensando, sólo viene y se va".
Míralo allí, sentado en la tierra, bajo el árbol. Ve, hermana, y tiéndele una alfombra de hojas y flores, que sus ojos están tristes y llenan de pesar mi corazón. Nunca dice lo que está pensando, sólo viene y se va".
21
¿Por qué se sentó a mi puerta con el alba? Cada vez que salgo o entro, tengo que pasar a su lado; y mis ojos, cada vez, se prenden en sus ojos.
No sé si
hablarle o no. ¿Por qué se sentó a mi puerta? ¡Qué negra la noche nublada de
julio! ¡Qué suave el azul del cielo en otoño! Los días de la primavera, ¡qué
inquietos al viento del Sur!... Las canciones que él canta tienen cada vez una melodía.
Y se me nublan los ojos, y tengo que dejar mi trabajo...
Y se me nublan los ojos, y tengo que dejar mi trabajo...
¿Por qué
se sentó a mi puerta?
22
Pasó, ligera, por mi lado, y el borde de su falda me tocó...
Y de la
isla ignorada de un corazón vino a mí no sé qué súbito aliento cálido de primavera...
Como la hoja de una flor, traída y llevada por la brisa, un ala rápida me rozó un instante y se perdió al punto...
Como la hoja de una flor, traída y llevada por la brisa, un ala rápida me rozó un instante y se perdió al punto...
Fue en mi
corazón como un suspiro de su cuerpo, como un susurro de su corazón.
23
¿Por qué estás ahí sentada, sonando tus pulseras vanamente? ¡Anda y llena tu cántaro,
que es
hora ya de que vuelvas a casa!
¿Por qué
palmoteas el agua con tus manos, los ojos al camino, vanamente? ¡Anda y llena
tu cántaro
y vuélvete a casa!
La mañana
está pasando y el agua oscura se va. Y las olas se ríen y se hablan entre sí
vanamente.
Sobre el alcor, las nubes errantes se acumulan. Se paran, te miran la cara y se sonríen vanamente. ¡Anda y llena tu cántaro, y vuélvete a casa!
Sobre el alcor, las nubes errantes se acumulan. Se paran, te miran la cara y se sonríen vanamente. ¡Anda y llena tu cántaro, y vuélvete a casa!
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