1
Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro.
2
Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos, ¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!
3
Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un beso de lo eterno.
4
Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor su sonrisa.
5
El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita; y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va volando...
6
Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.
7
Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro.
2
Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos, ¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!
3
Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un beso de lo eterno.
4
Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor su sonrisa.
5
El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita; y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va volando...
6
Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.
7
Una vez, soñamos
los dos que no nos conocíamos. Y nos conocíamos. Y nos despertamos a ver si era
verdad que nos amábamos.
8
8
Como el
anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena, callándose, callándose, se va
haciendo paz en mi corazón.
9
9
No sé qué
dedos invisibles sacan de mi corazón, como una brisa ociosa, la música de las
ondas.
10
10
-Mar,
¿qué estás hablando?
-Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
-El eterno silencio.
-Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
-El eterno silencio.
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