Nació en Sáenz Peña,
provincia de Buenos Aires, el 12 de mayo de 1922, y falleció en la Ciudad de Buenos Aires el
12 de diciembre de 1998.
Cuentista brillante,
pensador agudo e irónico, hombre retraído de las fiestas literarias, Marco
Denevi, se abrió paso en las letras argentinas hasta ocupar un lugar relevante
por la originalidad y la madurez de sus obras, y no por la publicidad personal,
a la que era particularmente reacio.
Desde muy niño sintió
una fuerte atracción por la música -tocaba muy bien el piano- y la lectura.
Cuando llegó a ser miembro de la Academia Argentina de Letras, en 1987, agradeció
a sus padres que en sus manos de chico "depositaron un billete de un viaje
que desde entonces no ha dejado de emprender: el de la lectura, con un atracón,
a los 12 años, de Stevenson, Dumas, Pérez Galdós..."
Su primera y siempre
recordada novela, escrita a los 33 años "Rosaura a las diez", (una
novela policial en la que introduce el perspectivismo, por el cual cada
protagonista narra la misma historia desde su propio enfoque, su particular
punto de vista) obtuvo el Premio Kraft en 1955, iniciándolo en el camino de la
literatura. (En esa ocasión un jurado de muy alto nivel observó la calidad de
la narración de un escritor novel, un abogado que se desempeñaba en el área
legal de la Caja
Nacional de Ahorro Postal). "Rosaura a las diez"
también fue llevada al cine por Mario Soffici en una versión en la que se
destacaron Susana Campos y Juan Verdaguer.
Posteriormente (1960)
recibió el Primer Premio de la revista Life en español para escritores
Latinoamericanos, por el cuento "Ceremonia secreta" (entre 3000
concursantes). Ese relato fue traducido al inglés, al francés, al italiano, al
japonés y a otros idiomas, y en 1968 fue llevado al cine por Joseph Losey, en
Hollywood. La versión cinematográfica fue protagonizada por Elizabeth Taylor,
Robert Mitchum y Mia Farrow.
También recibió el
Premio Argentores en 1962 por "El cuarto de la noche". A partir de
allí, conquistó un justo prestigio internacional basado en una obra profunda y
deslumbrante. (El Kraft y el Life, que lo hicieron conocido en el país y en el
mundo, fueron los únicos premios a los que se presentó Denevi. Recibiría muchos
otros, como el de la Comisión
de la Manzana
de las Luces, que le llegaron sin buscarlos).
Aunque no se sabe si
quiso ser dramaturgo, una obra suya, "Los expedientes" (1957), ganó
el premio Nacional de Teatro, también escribió luz "El emperador de la China " (1959) y
"El cuarto de la noche" (1962). Otras obras suyas son las novelas y
cuentos "Un pequeño café" (1967), "Manuel de historia"
(1985), "Enciclopedia secreta de una familia argentina" (1986),
"Hierba del cielo" (1991), "El jardín de las delicias"
(1992) y "El amor es un pájaro rebelde" (1993).
Con María Angélica Bosco
escribió el guión de un programa de televisión: "División
homicidios".
Desde 1980 practicó el
periodismo político, actividad que, según él, le ha proporcionado las mayores
felicidades en su oficio de escritor. Enfocaba sus artículos, con coraje y fervor
ciudadano los problemas de la sociedad, las fallas en la representación
política, la corrupción, la burocracia o los excesos de "viveza
criolla", siempre mostró su respeto por valores que vio vivir en su casa y
en el medio circundante y cuya erosión y decadencia en la vida argentina no
dejó de lamentar. Contaba sobre su padre: "A fines del siglo pasado vino
jovencito a la
República Argentina. Aquí no contaba ni con parientes ni con
amigos, pero disponía de un carácter decidido, de una voluntad de hierro y de
una honradez insobornable. Trabajó, fue todo lo que hizo. A los cincuenta años,
ya casado con una argentina, ya padre de siete hijos, se retiró de los negocios
y vivió de rentas. Contribuyó al progreso de un pueblecito en los alrededores
de Buenos Aires y en 1949 murió ignorando qué eran la viveza, la especulación,
el engaño, la usura."
Los títulos de algunos
de sus artículos muestran claramente el motivo de sus diarias preocupaciones:
"Los monarcas de la
República ", "¿Gobernantes cuerdos o gobernantes
locos?", "Me gusta ser argentino", "El argentinglés y otras
amenidades" (sobre la creciente influencia inglesa en el idioma) o
"Perplejidades de un argentino apolítico", en el cual decía que no
era hombre de partido, y afirmaba: "Mi único proselitismo es en favor de
la democracia". En 1990 fue presidente honorario del Consejo de
Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica.
En 1986 dijo que hacía
18 años que vivía de lo que escribía, "lo que en estos tiempos ya es
bastante".
"Me valgo de la
ironía en la novela como la uso en la vida -admitió alguna vez-: para disimular
que soy un sentimental, un blando de corazón, alguien a quien resulta fácil
conmover."
"¿Qué condiciones
debe reunir una novela para atraer al lector?", le preguntó a Denevi una
vez María Esther Vázquez. "Que la lectura sea una felicidad", le
contestó.
"Mi mayor ambición
es que el acto de la lectura sea de disfrute, de goce para quienes me leen
-dijo en una entrevista-. En estos tiempos en que tanto dolor y humillaciones
nos inferimos unos a otros, hacer feliz a alguien es tan hermoso... A mí no me
importa más que eso."
Y señalaba que no pasaba
de cinco mil lectores fieles, "que no me harán rico, pero me hacen
feliz".
"Vivo de lo que
escribo, pero no todo lo que escribo es literatura. Incluyo periodismo, guiones
de televisión y de cine, y no incluyo cartas pidiendo dinero porque no las
escribo", dijo en 1986.
Genio. Su libro Rosaura a las diez es una genialidad divertida. Es un tipo libre que escribe lo que quiere.
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