Cuento de horror
La señora Smithson, de Londres (estas
historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por
nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se
lo dijo:
- Thaddeus, voy a matarte.
- Bromeas,
Euphemia -se rió el infeliz.
- ¿Cuándo he
bromeado yo?
- Nunca, es
verdad.
- ¿Por qué habría
de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
- ¿Y cómo me matarás? - siguió riendo Thaddeus
Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de
arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O
te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte
el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de
electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el
apetito. Enfermó del corazón, del sistema nervioso y de la cabeza. Seis meses
después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a
Dios haberla librado de ser una asesina.
Rumbo a la tienda donde
trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de una casa
en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una
mirada. Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de
aquella mujer. Decían que vivía sola, que era muy rica y que guardaba grandes
sumas de dinero en su casa, aparte de las joyas y de la platería. Una noche el
joven, armado de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo sigilosamente en la casa de la mujer.
La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la penosa necesidad de
matarla. Huyó si haber podido robar ni un alfiler, pero con el consuelo de que
la policía no descubriría al autor del crimen. A la mañana siguiente, al entrar
en la tienda, la policía lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad
policial, confesó todo. Después se enteraría de que la mujer llevaba un diario
íntimo en el que había escrito que el joven vendedor de la tienda de la
esquina, buen mozo y de ojos verdes, era su amante y que esa noche la
visitaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario