Rafael Alberti pintor
A LA PINTURA (1945-1967)
A ti, lino en el campo. A ti, extendida
superficie, a los ojos, en espera.
A ti, imaginación, helor u hoguera,
diseño fiel o llama desceñida.
A ti, línea impensada o concebida.
A ti, pincel heroico, roca o cera,
obediente al estilo o la manera,
dócil a la medida o desmedida.
A ti, forma; color, sonoro empeño
porque la vida ya volumen hable,
sombra entre luz, luz entre sol, oscura.
A ti, fingida realidad del sueño.
A ti, materia plástica palpable.
A ti, mano, pintor de la Pintura.
La primera vocación
de Rafael Alberti fue la pintura, patente ya en sus primeros años cuando en El
Puerto de Santa María dibujaba los barcos que hasta allí llegaban. Pero su
auténtico descubrimiento de la pintura se produce en 1917, cuando, por motivos
familiares se traslada a Madrid y entra por primera vez en el Museo del Prado,
al que años más tarde desde su destierro argentino rendirá homenaje en uno de
sus libros mayores: A la Pintura,
dedicado a Picasso. En él quedará plasmado no sólo su deslumbramiento hacia la
pintura y hacia uno de los museos más bellos del mundo, sino también su
minucioso conocimiento de las escuelas pictóricas, las técnicas y
procedimientos utilizados, el estilo de cada pintor.
Su primera
exposición es colectiva y la realiza en 1920 en Salón Nacional de Otoño de
Madrid, junto a Vázquez Díaz, y dos años más tarde expone en el Ateneo de la
misma ciudad. Su pintura vanguardista -que a más de un crítico en la actualidad
le ha hecho recordar a Kandinsky- no será su definitivo ya que, tras la muerte
de su padre, los primeros versos surgirán de su pluma...
Sin abandonar
del todo su vocación pictórica, su vida va abriéndose a lo que será el centro
de su inspiración: la poesía. Ambas vocaciones las fusionará Alberti en la
creación de sus "liricografías", en las que dibuja sus versos ("diérame ahora la locura / que en
aquel tiempo me tenía, / para pintar la poesía con el pincel de la
pintura"). Debajo del poeta late siempre el pintor y viceversa. Su
poesía es plástica, llena de color, luminosa como su pintura. Antes de
escribirla, según él, tenía que verla dibujada. Y su pintura tiene todo el
lirismo de sus versos, el ritmo de sus composiciones métricas. Picasso, en un
dibujo que le regaló, le puso la siguiente dedicatoria: "Del poeta Pablo
Picasso al pintor Rafael Alberti".
Su labor como
pintor, aunque se acentuará más tarde en Italia, nunca la abandonará. Así,
durante su exilio argentino, además de pintar para exponer en 1947 en el salón Arte Bella de Montevideo, también
mostrará sus dibujos y liricografías en la sala V y en la Galería Bonino,
de Buenos Aires. En 1954, y de nuevo en la capital argentina, hará una nueva
exposición en Galería Galatea y
al año siguiente la Galería Bonino le
editará la carpeta Liricografías,
poemas ilustrados con diez dibujos en color. En 1960 colgará sus cuadros en Galería Acquarella (Caracas), y en el Museo Histórico Nacional, de Bogotá. Su
sentido artístico lo llevará a decorar todo tipo de muebles y objetos
(abanicos, espejos, cajas, puertas), como una lúdica actividad para amigos y
para complacer puntuales encargos que se le hacían.
Su llegada en 1963
a Italia, pondrá todavía más de manifiesto sus raíces italianas -Alberti
Merello- con su estancia de catorce años en el barrio del Trastevere. Allí,
quizás por la barrera del idioma, se expresa mucho mejor con los pinceles, y se
relacionará, más que con poetas, con pintores y grabadores como Quatrucci,
Vedova, Cagli o Mastroiani. Con estos últimos aprenderá distintas formas de
grabado, entre ellos en plomo, muy poco conocido, y que asombró al propio
Picasso cuando en una de sus visitas a Mougins, Alberti se los mostró. Su
inquieta personalidad experimentará con todas las técnicas: témpera, acuarela,
punta seca, collages,... Sus carpetas de serigrafías y litografías serán
expuestas en las salas más prestigiosas de Italia.
La personal visión
de Alberti para el diseño gráfico lo llevará a realizar diversos trabajos como
cartelista. Algunos de sus carteles se difundieron por toda Italia, como Rapporto tra l´uomo e l´ambiente naturale y
No allo sterminio degli ucelli,
ambos en defensa de la naturaleza y el medio ambiente. Su amistad con Joan
Miró, Antoni Tàpies, Manolo Rivera, Antonio Saura, Robert Motherwell, Roberto
Matta..., hará que colabore en trabajos conjuntos con muchos de ellos.
En 1964, presenta X Sonetos romanos,
aguafuertes y grabados en plomo, con los que obtiene el primer premio de
grabado en la V Rasegna d´Arte Figurativo di Roma, en 1966. Ese mismo año con
motivo del 85 aniversario de Pablo Picasso realiza un conjunto de grabados en
plomo y dibujos originales a color, Los ojos de Picasso, que se
expusieron en la Galleria Il Segno,
de Roma. Y en 1970 acaba su carpeta de serigrafías Corrida, en la que pone de relieve su
personalísima visión de la fiesta de los toros e interpretar todas las suertes
del toreo. En 1971, Homenaje a Picasso,
carpeta de grabados, con motivo del noventa cumpleaños del pintor malagueño. En
la Galería Rondanini de Roma
presenta, en 1972, en la exposición titulada La
palabra y el signo, la carpeta El lirismo del alfabeto,
que consta de veintiséis serigrafías en color y otras tantas en blanco y negro.
Ese mismo año expone toda su obra gráfica en la misma galería, con motivo del
homenaje que se le rinde por su setenta aniversario. En 1975 la Fundación
Rodríguez Acosta de Granada le encarga la carpeta Nunca fui a Granada.
Su carpeta de serigrafías Canción de amor aparecerá
en 1977.
Será también en
Roma en donde Alberti realice El juego de
la Oca-Toro, en madera serigrafiada, como un hermoso juego infantil
en donde, acompañados por las figuras de estos dos animales, podemos recorrer
todo el tablero, sujeto a las antiguas reglas del conocido "juego de la
oca". Allí también diseñará dibujos para reproducir en bellísimos pañuelos
de seda y pintará directamente sobre blusas y vestidos, incluso un capote de
paseo para Luis Miguel Dominguín. La obra pictórica de Rafael Alberti se
caracteriza por la luminosidad, en donde los colores, con preferencia pasteles,
se combinan y difuminan con una sabiduría en contraste con esos trazos
juveniles que asombran al haberlos realizados a tan avanzada edad.
En 1970, todavía
Alberti en Italia, el Colegio de arquitectos de Cataluña y Baleares organiza en
Barcelona una grandiosa exposición de su obra gráfica y poética. Tras su vuelta
a España, su labor como pintor se verá solicitada para realizar durante varios
años los carteles para los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en El
Escorial y los mismos celebrados en Almería. También se le encargarán, entre
otros, carteles para Encuentros en el
Mediterráneo, A orillas del Guadalquivir,
Bienal de Flamenco de Sevilla, Homenaje a Machado, Claveles rojos para Mao-Tse Tung, Amnistía Internacional, Carnaval de Cádiz, Feria de El Puerto de Santa María, Centenario Jorge Guillén, Centenario Gerardo Diego... Sus dibujos
ilustran libros propios y de otros autores, portadas de discos, así como
carteles de toros, campañas del P.C. Su participación en el mundo del diseño
gráfico ha sido muy abundante y elogiada, por su inconfundible personalidad que
hace imposible no reconocer al instante su autoría.
En 1985 se presenta
en Madrid Las 4 estaciones, carpeta
compuesta de doce láminas, de las que un poema manuscrito y dos dibujos
corresponden a cada estación del año. En 1990 realiza la carpeta Bestiario. En 1997 aparece su carpeta
Todo Alberti, grabados
en color agrupados en cuatro apartados: amor, naturaleza, toros y mar.
ARCO, la Feria del
Arte Contemporáneo, homenajeará al pintor, en 1991, con una exposición
antológica de su pintura, de la que realizará el cartel anunciador.
Frente a los arabescos multicolores de otras épocas y la minuciosidad de
orfebre en los más pequeños detalles, la última etapa de la pintura de Rafael
Alberti se caracteriza, salvo excepciones, por la utilización de la línea
única, sobria, de un solo trazo, como una adecuación de la edad a su actividad
pictórica. Cabe destacar, sobre todo, los exuberantes desnudos femeninos en
negro o aquéllos de adolescentes en donde parece poner a prueba, una vez más,
su prodigioso pulso.
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