El gran escritor Gabriel García Márquez, ganador del Premio
Nóbel de Literatura en 1982 y autor de memorables obras como Cien
años de Soledad, La Hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, El otoño
del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos de
cólera, entre tantas
otras.
CELEBRAR LA VIDA Y LA ESCRITURA
Nació en 1927, en Aracataca, Colombia. Cursó su bachillerato en un
colegio jesuita en Bogotá. Se inició en el periodismo en el diario El
Universal de
Cartagena y luego fue reportero de El Heraldo de Barranquilla y de El Espectador de Bogotá. En este último, publicó un
13 de septiembre de 1947, a los 20 años, recién graduado de bachiller, el
cuento La tercera resignación.
En 1955 publicó su primera novela La
Hojarasca, y en 1961 le siguió el libro de cuentos Los
funerales de Mamá Grande.
Su consagración literaria llegó con Cien
años de soledad, publicada por primera vez en 1967 por Editorial
Sudamericana. Es considerado uno de los más grandes representantes del “boom”
de la literatura latinoamericana y uno de los maestros del realismo mágico
Es presidente de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y de
la Fundación para el Nuevo Cine Latinoamericano.
Además de su cumpleaños, por estos días se celebra la aparición en
edición digital de Cien años de soledad con
la portada original de un galeón en la selva colombiana. Otras obras en edición
electrónica son Relato de un náufrago, Todos
los cuentos y Vivir
para contarla.
“Yo lo único que he querido hacer en mi vida –y lo único que he
hecho más o menos bien- es contar historias… La mitad de los cuentos con que
inicié mi formación se los escuché a mi madre…nunca oyó hablar de discursos
literarios, ni de técnicas narrativas, ni de nada de eso, pero sabía preparar
un golpe de efecto, guardarse un as en la manga mejor que los magos que sacan
pañuelitos y conejos del sombrero. Recuerdo cierta vez que estaba contándonos
algo y después de mencionar a un tipo que no tenía nada que ver con el asunto
prosiguió su cuento tan campante, sin volver a hablar de él, hasta que casi
llegando al final, ¡páff!, de nuevo el tipo –ahora en primer plano, por decirlo
así-, y todo el mundo boquiabierto y yo preguntándome ¿dónde habrá aprendido mi
madre esa técnica, que a uno le toma toda una vida aprender?”, palabras del autor en el libro La
bendita manía de contar.
Más de sus obras: La
mala hora, Doce cuentos peregrinos, Del
amor y otros demonios, Vivir para contarla, Memoria de mis putas tristes.
En 1996 publicó el libro de no ficción Noticia de un secuestro.
Entres sus obras periodísticas también se destacan Textos
costeños I y II, Por la libre y La
aventura de Miguel Littín clandestino en Chile.
“A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una
bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El
ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo qué
es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los
mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un
dios especial para las palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará
en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la
imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas:
nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío
como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o
sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de
publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el
teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la
calle o susurradas al oído en las penumbras del amor”,
fragmento del discurso pronunciado por Gabriel García Márquez en la ceremonia
de inauguración del I Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado
en Zacatecas, México, en 1997.
PLAN NACIONAL DE LECTURA –
educ.ar
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