viernes, 6 de julio de 2012

Cantos del hombre - José Pedroni - 1960


Canto del compañero de ruta

Dejadme marchar con vosotros,
poetas surgidos del pueblo;
dejadme ser vuestro compañero de ruta
en mi último trecho.


No quiero quedarme olvidado
en el mundo viejo.
Quiero marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.


Dejadme ser vuestro compañero de viaje.
Vengo de lejos.
Mirad aquel confín de piedra y humo;
aquel desierto.


Para alcanzaros en la marcha
me aligeré de todo peso.
Tuve que atravesar mi propia noche
de extremo a extremo;
abrirme paso entre las ramas negras
de un bosque seco. . .
Para alcanzaros en la ruta
del aire fresco.


He llegado por fin;
pero estoy por el suelo.
Ayudadme a ponerme de pie,
poetas surgidos del pueblo;
llevadme donde el agua;
dadme vuestro pañuelo;
enseñadme un lugar de trigo joven,
para echarme de pechos,
y dejadme dormir mi primer día
en vuestro día nuevo.


Una paloma que me guía, blanca,
será mi hermoso sueño;
la paloma que espera y se adelanta,
de cortos vuelos;
la paloma que todos hemos visto
una vez por lo menos;
que se recuerda como un ángel,
el ángel bueno.


Al despertarme, no digáis de mi
ni esto ni aquello.
Atrás dejé la noche del pasado,
y ya no la recuerdo.
Si algo queréis decir,
decid: -Ha llegado el buen viejo.
Decid: -Quiere ser nuestro compañero de ruta;
quiere que lo llevemos;
quiere marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.


Atrás eché los fardos del pasado.
Ya no los siento.
No me dejaban ver las cimas. . .
Me he librado de ellos.
Como la planta sin la piedra,
estoy derecho.
Y ahora quiero marchar con vosotros,
hacer vuestro camino
de sol y nacimiento,
de trigo y bosque rescatados
y de gallos que cantan en los techos.


Dadme la voz, que es tarde.
Pronto, que se va el tiempo.
Sobre la ruta estoy con mi caballo.
No puedo contenerlo.
Toda la noche contemplé las luces
de la ciudad sin miedo.
Está allí, junto a un río,
donde el trigal se encuentra con el cielo.
Porque voy a alcanzarla y a perderla,
quiero llegar con los primeros.


Lleno de ramas muertas está el árbol
del mundo viejo.
Ya se lo ve caer en el ocaso.
El viento es fuerte y fresco.
Trae el rumor de voces
del batallón del pueblo
que a cuestas lleva el árbol y los pájaros
del mundo nuevo.
Los poetas están en el camino
y hacen allí los versos.
Están poeta, obrero y campesino
unidos en el trébol.
Hay quien sale a mirarlos en el día,
y ve que aquello es bueno.
Hay quien mira y no ve; hay quien no oye
el canto mensajero,
y hay quien se hace a la calle
para alcanzar el trueno
de la marcha de hoces y amapolas.
Yo soy uno de estos.
Mi puerta queda abierta
y la golpea el viento.

 
¡Dejadme ir con vosotros,
compañeros!

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