viernes, 6 de julio de 2012

Monsieur Jaquin - José Pedroni - 1956


El día

La libertad sentíase donde se hace el día.
El día era espera
do, pero nunca se hacía.

Porque la noche estaba en las manos del mal,
y el mal odiaba a muerte nuestro día trigal.

Cuando la luz se hizo, cuando el trigo se hizo,
el puño de la tierra se levantó, macizo.

Lleno estaba de grano para el pan y la paz.
No volvería el miedo; no volvería más.

Veinte años anduvimos para alcanzar el día.
Quienquiera que lo ame no lo descuide un día.

Tenga el puño dispuesto, ya amigo, ya enemigo.
El puño es poderoso si está lleno de trigo.


Canción de la niña rubia

No quiere dejar el barco
el alemán de la barba,
porque no ve el naranjal
prometido en Alemania.

La mujer quiere bajar,
pero es la tarde callada,
con un velo que le ha puesto
la gran fatiga del agua.

La niña quiere bajar,
pero la niña no habla.
Tiene ojos de bolita;
pelo de muñeca en caja.

El hijo quiere bajar,
y mira la tierra ancha:
“¿Por qué no bajamos, madre?
¡Se me está quemando el alma!”

Pero ella es la tarde triste,
y no responde el que manda.
Junto al león del enojo,
ella es la pena velada.

En tanto, la tierra espera
y está junto al río, echada.
La tierra quiere a la niña
que ha llegado por el agua.

Manda al barco su jilguero;
hace señas con su rama;
levanta su pechirrojo
y llora con su guitarra.

Con la espiga en la mano
ya bajará la nostalgia,
traída por mar y cielo
con un cuento de naranjas.

La tierra quiere a la niña
de pelo color de paja.
Tierra de niño moreno
quiérela para sembrarla.

Con la niña de la mano
ya bajará la nostalgia.
Bajará diciendo: “Tómala”;
diciendo: “Es la niña blanca”.

El hijo se verá libre;
la madre en paz y en su casa.
Y en la tierra el alemán
será el alemán que canta.




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