viernes, 6 de julio de 2012

Monsieur Jaquin - José Pedroni - 1956


Teodoro Meurzet

Llegado cerca de él, vi que llevaba un poste del corral,
que  había  arrancado. . .   Le pregunté  quien  le había
autorizado a arrancar ese poste, respondiéndome: “Los
colonos. . .”,   a  lo  que  yo  le  dije  que este corral era
comunal,  que era de todos los colonos, y que los unos
no podían disponer sin  el  consentimiento de los otros.

Del informe de fecha 4 de Junio de 1861, de Teodoro
Meurzet,   comisario,    al   señor   Juez   de   Paz  de
Esperanza,    don   Adolfo   Gabarret     (traducción) .

1

“los unos no pueden disponer sin el consentimiento de los otros”.

Esto lo dijo Teodoro Meurzet antes que nosotros.
Teodoro Meurzet, hijo de David labrador.
Se lo dijo al hermano del párroco orador
y para el pueblo entero,
y está escrito en el Libro Primero
del Consejo Municipal de Esperanza,
a ocho de junio del año sexto de labranza.

Teodoro Meurzet, hijo de David labrador.
No era maestro ni doctor.
Leía los Salmos, probablemente,
como era costumbre, en aquel tiempo, de la gente.
(Mirad cuán bueno es habitar los hermanos en unión.
Es como el perfume que baja por la barba de Aarón). (*)
Quizá tenía buena voz, de bajo.
y cantaba el “J’ai du bon tabac”, después del trabajo.
Tal vez tocaba algún viejo instrumento.
Lo que sabemos es que era hombre de buen sentimiento,
y que andaba a caballo con gran dignidad,
cuidando las cosas de la vecindad.
A veces llegaba hasta el trigo, a ver como nacía.
Para que el trigo crezca sin pecado – decía-
debe reinar el orden en su derredor.
Teodoro Meurzet, hijo de David labrador.

Teodoro Meurzet debió ser amigo de Jaquín,
el cual hacía versos y tocaba el violín.
(Jaquín, mi antecesor,
era un dulce poeta de tono menor.
Vivía en un puro abandono inicial,
y leía los clásicos, la Biblia y el Contrato Social).
En los encuentros, el poeta
le hablaría a Meurzet de la vida perfecta;
le leería a Lamartine, profundo y suave;
le enseñaría a gustar del canto del ave,
a contemplar en silencio la estrella.
Sólo así pudo Meurzet componer una frase tan bella
al hacer el informe del poste robado.
Parece extraída de un libro sagrado.
Sagrada es para nosotros:
“Los unos no pueden disponer sin el consentimiento de los otros”.

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